La necia verdad


Un día lluvioso, entré al bar como de costumbre, cerca la hora del diablo. Vaho de cigarrillo humedecía el lugar, mujeres jóvenes y bonitas, ataviadas con vestidos púrpura ofrecían su cálida compañía. Me acerque a la barra y ordené al cantinero whisky y una cerveza.

—¿Qué tal su día? —preguntó.

—Hace tiempo que no distingo entre el día y la noche, la cerveza es buena —respondí con brío.

—¿Y el whisky?

—Una mierda, nunca me han gustado los caros.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre la genialidad y la necedad? —declamó el pelafustán.

—No lo sé, —dije.

—Los necios a la verdad que les estorba le llaman locura o disparate, y los genios son los que se atreven a mirar más allá de las cosas, de lo establecido, sin incomodarse demasiado.

—Ja, ja, ja, amigo creo que estás completamente desquiciado, sírveme otro trago esto comienza a ponerse interesante. 

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