Un fulgor en la taberna
Consentir fallar, errar, pifiar, una rotación fuliginosa y dura, peñón volcánico. Inmensa bruma que arropa los quinqués, el alma da un traspié, la mente se dispersa del sosiego, penumbra y albor infinita, la partida que sólo se gana perdiéndola, un rugido de laurel en la derrota. Guardo en mi bolsillo finito polvo estrellado, espero me rinda en dos años luz. Contacto con los vivos, el Sol profetiza siete meses, siempre tan optimista, le digo. Saturno ofrece una eternidad, le acepto media. Selene arroja fragancias mientras el conejo esboza una sonrisa, regreso a Gea, una epifanía azulada se me apetece.
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