Hechiceros de la luz
Caminando durante el crepúsculo hallé un templete en medio del titán de macadán, refugio espiritual de roca maciza, protección contra el barullo de la fetidez (no muertos), unos cuantos exiliados en las bancas de madera límpida. Un sagrario de oro frente a mis ojos recibía los coloquios de los proscritos, respire de manera profunda, evoque mis letras; fuerza y coraje para mis amados hermanos, compañeros de batalla, paciencia y perseverancia, sabiduría y astucia, espontanea responsabilidad, que el fuego eterno arda en el corazón de los bandidos del cúspide espíritu y la consciencia.
Solicite la sapiencia de los desterrados; el profeta atemporal que desplegaba parábolas, el príncipe oriental que derroto al ego, nacido en las faldas del Himalaya, el artífice galo, mezclador de filosofía y novela cínica, turbadora, el ensayista metafísico creador de un mundo absurdo, el enemigo del gregarismo social, la moral y la iglesia autoritaria, el filosofo idealista, visionario de una sociedad utópica, solidaria y equitativa, el doctor inventor del método curativo mediante la palabra, arqueólogo del inconsciente, el guerrillero oriundo del sur vencedor en el caribe y tantos otros magos curtidos en el arte de agrietar caminos donde no los hay.
Que los hombros de los hechiceros sigan tutelando nuestros cabos hacia la autonomía espiritual que deviene en la física, las teas desfilaran por nuestras manos, hasta reservar el brío requerido y surcar el despertar universal, de aserrín cósmico yacemos, ingredientes erigidos equivalentes al firmamento, sus códigos son los que presiden, no los nuestros. Tarde o temprano nuestro régimen de vicisitudes esta sentenciado a una concordia con el infinito o a juiciosas consecuencias de no hacerlo.
Distrito Federal, 2012
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